En “Cuerpo-grama” busco imprimir o grabar mi cuerpo sobre una emulsión de cianotipia. Este proyecto parte en Diaguitas, durante nuestro viaje, como escuela, y nace por una motivación genuina de querer dejar una huella, un trazo.
Me gustaba la sensación de estar inmersa en estos paisajes de naturaleza, sean cerros y árboles; mar y arena o cemento y cielo. De trabajar con el cuerpo y finalmente estar ahí, quieta o no, contorsionándose, tensándose o relajándose. A ello fui sumándole elementos que se encontraban en el lugar y, así, generar una especie de diálogo entre los dos. Todo ello para hacer nacer, tras largos minutos de exposición al sol, un auto-retrato. Es casi como generar una radiografía, una imagen capaz de devolverme un reflejo o un espejo. Una imagen. La mía. Y entonces empiezan a hablar cosas que no tienen voz: el cuerpo y sus movimientos. Con esta experiencia en la naturaleza veo lo que aparece emulsionado. Se devuelven mis fantasmas, como lo hacen en los sueños o en las pesadillas, cuando algo nos habla con imágenes, es decir: con murmullos que vienen de lejos, como un grito sordo. Sin embargo, a pesar de lo que sale es luz, todo lo que vemos son mis sombras. Quizás todo esto no es más que una manera de ir trabajando la incomodidad; estancamientos, trancas o cosas atrofiadas, algo que va guardando el cuerpo en su memoria. Siento, al mirar esta imagen, esa sensación de pesadez y a la vez de liviandad en el mundo. De sentirse rinoceronte. Y al mismo tiempo: polvo.
Por Andrea Aguilera-Diplomado Fotografía Artística 2018